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jueves, 2 de noviembre de 2017

la incineración


Yo pienso que lo mejor es enterrar el cuerpo del finado, nadie es quien ni la propia persona en vida para pedir incineración y mucho menos el resto de personas aunque hayan tenido en vida vínculos familiares. Yo desde luego no voy a incinerar a ningún familiar aunque lo deje expresado en su testamento. Nadie somos dueños ni de la vida ni de la muerte, tampoco del cuerpo propio o ajeno, aunque sea el de una madre. Incinerar un cuerpo finado es decidir lo que se hace con algo que no es nuestra propiedad y por tanto no nos pertenece. Por otro lado, hay una obra de misericordia corporal que es enterrar a los muertos, aunque algunos listillos entierran las cenizas, pero para esto han tenido que destruir antes algo que no es de su propiedad sino de Dios. Si profundizamos un poco más, el cuerpo es además Templo de Espíritu Santo, ¿quién se atreverá a incinerarlo?










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